Brasil es una tierra privilegiada en lo que se refiere a la producción de frutas. Produce las mejores del mundo. Las frutas nacionales son sabrosas, saludables y nutritivas. Entre las importadas, no hay una que se compare a la naranja, a la uva, al piña, al plátano, al cajú, a la papaya, al aguacate, a la manga, a la goiaba, etc. No necesitamos despreciar la manzana, la pera, la ciruela, el melocotón, etc. todas tienen su valor nutritivo para el organismo humano. Casi toda nuestra producción de naranjas va hacia el exterior, donde se dan principalmente a los niños, víctimas del raquitismo. Y muchos de nosotros despreciamos esa mina de vitamina C! ¡Hacemos las frutas brasileñas nuestro plato diario, plato predilecto!
Modernamente la trofología reconoce a las frutas una posición de destaque a la mesa. Hoy forman parte integrante de la alimentación de muchos pueblos. Su importancia va siendo, día a día, mejor comprendida, y su largo uso va conquistando cada vez más adeptos.
El descubrimiento de las vitaminas, que está revolucionando las viejas teorías nutricionistas, viene dando a la fruticultura un impulso extraordinario, ya que pone en evidencia el valor de esos productos en el equilibrio alimenticio del organismo humano.