Las frutas y los cereales no eran sólo los alimentos más útiles para nuestros antepasados, sino también los más económicos. Se encontraban por todas partes, y cuando no se encontraban, se cuidaba, desde temprano, de cultivarlos. Es común en algunos países, preferir alquilar o comprar una casa con gran patio donde se puedan plantar legumbres y hortalizas. No hay granja, ingenio, sitio, chacra o rincón que no tenga su huerto y su huerto.
Fue la civilización que vino a alterar, y con grave daño para la humanidad, ese hábito milenario y precioso de sólo comer vegetales. Fugamos de la alimentación natural y pura para entregarnos al régimen artificial de consecuencias muchas veces lamentables para nuestro organismo.
Afortunadamente, la campaña del retorno a la alimentación originaria y sana va siendo hecha con entusiasmo, dedicación y resultados apreciables. En casi todas las ciudades se encuentran, no sólo en los mercados, pero también en muchas casas especialistas, excelentes variedades de frutas, cereales, legumbres y hortalizas a precios ventajosos, capaces de interesar a todas las clases sociales.
El vegetarianismo puede y debe ser practicado por todos, en climas cálidos o fríos. En las regiones frías es bastante ayudarle con alimentos grasos y aceites para alcanzar las calorías necesarias para el equilibrio orgánico. Casi siempre el aceite, la mantequilla, las grasas y los aceites son suficientes para alcanzar ese equilibrio. En un clima cálido, el régimen vegetariano es una necesidad. Son los vegetales que comemos, que depuran el organismo, aliviando la sangre de sus toxinas.
En los vegetales encontramos casi todos los elementos indispensables para nuestro completo desarrollo. Y si a la alimentación vegetal unimos la leche, los huevos y la miel, tendremos entonces completa la lista de nuestros principales alimentos.