Los glúcidos, también llamados sacarídeos o carbohidratos, son sustancias amiláceas en cuya composición entran carbono, hidrógeno, y oxígeno. Por lo tanto, son alimentos ternarios. Se clasifican en monosacáridos (glucosa, manosa, levulosa, galactosa), disacáridos (sacarosa, lactosa, maltosa), y polisacáridos (dextrina, goma, almidón, celulosa). Los monosacáridos y los disacáridos son insolubles.
Los alimentos más ricos en hidratos de carbono son los cereales (arroz, trigo, maíz, etc), las legumbres (frijoles, garbanzos, lenteja), la patata, la patata dulce, la mandioca, el azúcar, miel, el melado, el plátano principalmente el plátano-oro.
Entre los azucares, se destaca la sacarosa (azúcar de caña o de remolacha), glucosa (azúcar de uva), lactosa (azúcar de leche), maltosa (azúcar de malta), fructosa o levulosa (azúcar de frutas). La celulosa también pertenece a los glúcidos. Constituye el armazón de los tejidos vegetales. Forma la mayoría de las membranas celulares de las plantas. En la digestión, ejerce una acción puramente mecánica, favoreciendo la peristalse, o sea, el movimiento vermiforme, progresivo, de los músculos de los órganos huecos, que sirve para impulsar el contenido alimentario hacia el exterior. Los glúcides compiten para suministrar casi exclusivamente energía al organismo.
La necesidad diaria de hidratos de carbono, para el adulto, varía entre 300 y 800 g, conforme el peso y el trabajo de la persona.
Los alimentos vegetales glucídicos: azúcar, ciruela, arroz, plátano, patata dulce, patata, higo, frijoles, garbanzos, lentejas, mandioca, miel, melado, maíz, trigo y uva.