La selva amazónica es fundamental para prevenir el avance del cambio climático. Sus ríos concentran casi una quinta parte del agua dulce que desemboca en los océanos, y la humedad en parte de la cuenca del Amazonas alcanza y regula el clima en países como Argentina y Uruguay. Un árbol con un dosel de 10 metros de diámetro, según el Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonía, tiene capacidad para bombear más de 300 litros de agua a la atmósfera.