Hay innumerables efectos positivos de esta forma de cultivo sostenible. La tecnología de producción orgánica combinada con la inteligencia de la naturaleza elimina la necesidad del uso de pesticidas y fertilizantes tradicionales y crea un ciclo positivo para el medio ambiente. La caña se cosecha verde, sin quemar. Todos los residuos orgánicos que quedan del procesamiento son devueltos al campo, garantizando una cobertura natural rica en biomasa y no compactación del suelo, lo que ayuda a la regeneración de la vida de la tierra.
El suelo, rico en nutrientes y microorganismos, se vuelve más resistente y capaz de protegerse de plagas y desequilibrios sin interferencia humana. También se regenera el ciclo de vida del agua, con un incremento del 30% en el volumen de arroyos y ríos de la región, eliminando la necesidad de riego.
En este sistema, el bosque y la agricultura conviven en armonía, potenciando la regeneración del suelo, el agua y la biodiversidad, lo que permite el desarrollo de microorganismos y la multiplicación de la vida silvestre, desde pequeños insectos hasta grandes animales.