La luz azul, el primer color en el espectro de luz visible (como su nombre indica, es todo tipo de luz que podemos ver a simple vista), está presente en los rayos del sol, las lámparas y los LED de los dispositivos electrónicos. Contribuye a problemas oculares y signos de envejecimiento prematuro, como arrugas e imperfecciones.
Un estudio del Instituto de Química de la Universidad de São Paulo, publicado en la Revista de Dermatología Investigativa (2017), reveló que combinada con la radiación UVA, la luz visible aumenta la producción de lipofuscina, el pigmento que envejece la piel, además de causar daño a la piel. ADN de los melanocitos, que son las células responsables de la pigmentación de la dermis. Esta acumulación de daño puede conducir al desarrollo de cáncer de piel.
Sin embargo, según el director científico, la luz azul no siempre es mala: juega un papel importante en el mantenimiento de la salud, ya que regula nuestro ciclo de 24 horas, eleva el estado de ánimo y ayuda con las funciones cognitivas y de la memoria. Es como los rayos solares UVB, necesitamos un poquito de ellos para la síntesis de vitamina D, pero, en exceso, pueden ser perjudiciales para la salud.
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